Finalizaba la década de 1930, y con esto se venía el fin de una era, el final del fútbol amateur y el preludio de la profesionalización que cambiaría el deporte en México. En estos años, mientras el mundo se sacudía por guerras y transformaciones, las Chivas escribieron su último capítulo glorioso en la Liga de Occidente, dejando un legado de pasión que aún hoy late en cada grito de «¡Arriba las Chivas!».
1936-1937: La Sombra del Nacional
La temporada 1936-37 llegó con un Guadalajara hambriento de revancha. Tras años de dominio del Nacional y el Atlas, el Rebaño Sagrado buscaba reconquistar su lugar en la cima del fútbol tapatío. Sin embargo, el camino fue arduo. Con nuevas figuras como Luis Reyes y el veterano portero Fausto Prieto, las Chivas libraron batallas épicas, pero el título se les escapó por un punto en la última jornada.
El partido clave fue contra el Nacional en el Parque Oblatos, un duelo que terminó en empate 2-2 tras un gol agónico de las Chivas en el minuto 88. Aunque las Chivas celebraron como si hubieran ganado el campeonato, el título terminó en manos del Nacional.
Campeón: Nacional de Guadalajara
Subcampeón: Atlas
1937-1938: El Último Grito Amateur
La temporada 1937-38 quedó grabada en la memoria colectiva como el «Adiós con Gloria» del Rebaño Sagrado. Con un equipo rejuvenecido y la llegada de jóvenes como José "Pelón" Gutiérrez, las Chivas dominaron la liga con un fútbol vistoso y ofensivo. El título se definió en un clásico contra el Atlas, donde Guadalajara goleó 4-1 con tres goles de Gutiérrez, apodado «El Zurdo de Oro» por su habilidad para definir con la izquierda.
La anécdota más recordada ocurrió en la penúltima jornada, durante un partido contra el Oro. Con el marcador 1-1, el defensa Gregorio "Goyo" Orozco remató un tiro libre desde 35 metros que se coló por la escuadra. La prensa de la época lo llamó «El Gol del Siglo», y los aficionados inundaron las calles de Guadalajara con banderas rojiblancas, cantando rancheras adaptadas para celebrar la hazaña.
Campeón: Club Deportivo Guadalajara
Subcampeón: Nacional de Guadalajara
1938-1939: La Resistencia en Tiempos de Guerra
Mientras Europa se sumía en la Segunda Guerra Mundial, el fútbol tapatío vivió una temporada marcada por la incertidumbre. El Guadalajara, con recursos limitados y jugadores que alternaban el balompié con trabajos en fábricas, luchó hasta el final. Aunque el título fue para el Nacional, las Chivas dejaron momentos inolvidables, como su victoria 3-2 sobre el Atlas en un partido suspendido dos veces por lluvia.
En ese encuentro, el portero Fausto Prieto, con 40 años y las manos agrietadas por el trabajo en una herrería, atajó un penal decisivo en el minuto 85. La imagen de Prieto abrazando el balón bajo el aguacero se convirtió en símbolo de resistencia, y hasta hoy los abuelos chivas juran que ese día «el Rebaño jugó con el alma, no con los pies».
Campeón: Nacional de Guadalajara
Subcampeón: Oro
1939-1943: El Ocaso de una Era
Los últimos años de la época amateur fueron un testamento de amor al fútbol. En 1939-40, el Oro arrebató el título al Nacional, mientras las Chivas, en reconstrucción, terminaron en tercer lugar. Pero incluso en la adversidad, hubo destellos de grandeza.
La temporada 1942-43 fue la despedida. En un partido simbólico contra el Oro, las Chivas alinearon a veteranos y novatos en un homenaje a la era amateur. El empate 2-2, con goles de Anastasio Prieto (hijo del legendario "Tacho") y Ramón "El Catrín" Mendoza, cerró un ciclo de 37 años. Al finalizar el encuentro, los jugadores recibieron una ovación de 15 minutos, mientras los mariachis tocaban «Las Golondrinas» y las lágrimas mojaban las camisetas sudadas.
Últimos Campeones Amateurs (1939-1943):
1939-40: Oro
1940-41: S.U.T.A.J.
1941-42: Rastro
1942-43: Oro
Anécdotas que Tejen la Leyenda
El Partido de las Linternas (1940)
Durante un encuentro nocturno contra el Nacional, la iluminación del Parque Oblatos falló. Los aficionados encendieron linternas y faroles, creando un manto de luces que guió a las Chivas hasta un empate 1-1. Al día siguiente, el periódico El Informador tituló: «El Rebaño jugó bajo las estrellas... y las ilusiones».
El Adiós de Fausto Prieto (1942)
En su último partido, el portero Fausto Prieto detuvo un penal en el minuto 89. Al salir del campo, fue cargado en hombros por aficionados que gritaban «¡Prieto, leyenda!». Su guante derecho, guardado como reliquia, sigue siendo un tesoro para las familias chivas.
Donde Nació el Alma del Campeonísimo
Los años 1936-1943 no fueron los más laureados del Guadalajara, pero sí los más trascendentales. En medio de crisis económicas y guerras globales, el Rebaño Sagrado sembró las semillas de su futura grandeza. Jugadores como José "Pelón" Gutiérrez y Salvador Reyes Monteón se convirtieron en puentes entre dos eras, transmitiendo valores como la humildad, la unión y el amor por la camiseta.
Hoy, cuando un abuelo cuenta cómo vio jugar a Prieto bajo la lluvia o cómo celebró el gol de Orozco, no habla solo de fútbol: habla de identidad. Porque ser chiva nunca fue ganar trofeos; fue, y sigue siendo, pertenecer a una familia que convierte derrotas en banderas y pasiones en himnos.
El Eco de un Grito Inmortal
En 1942-1943, el fútbol mexicano se profesionalizó, y las Chivas comenzaron una nueva historia. Pero los años amateur dejaron una enseñanza eterna: la grandeza no se mide en títulos, sino en la capacidad de unir a un pueblo bajo los mismos colores. Por eso, cada vez que un niño grita «¡Soy chiva y qué!», revive el espíritu de aquellos jugadores que, sin sueldo ni fama, convirtieron un baldío en un templo rojiblanco.
Porque el Rebaño Sagrado no es un equipo: es el alma de Guadalajara, latiendo en cada gol, en cada lágrima y en cada canto que atraviesa el tiempo.